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lunes, 27 de julio de 2015

El monstruo del armario

Tom Cullen cerró su ejemplar de Insomnia, lo dejó sobre su mesita de noche y apagó la luz.
Desde que había comenzado a leer aquel libro no conciliaba bien el sueño.
La puerta de su guardarropa se abrió levemente, o eso le había parecido. Aunque sabía que aquello era imposible; las puertas no se abrían solas.
Del interior le llegó el reflejo de dos puntos rojos. Sabía que aquello también era imposible, pero le parecían un par de ojos.
En aquel armario había algo. Estaba seguro. No sabía si era el coco, Pennywise, o Tak.
Aquí todos flotamos —escuchó decir desde el interior.
Ya era adulto para creer en fantasmas, pero no lo dudó un momento. Encendió la luz de nuevo y corrió a su escritorio. Cogió un papel y un lápiz y comenzó a escribir “las palabras del monstruo” tal y como las había aprendido de niño cuando su padre se las recitaba.
Las luces que había en su ropero y que le parecían ojos se apagaron cuando puso el punto y final. Aquellas palabras escritas continuaban ahuyentando a todos los seres de ultratumba que intentaban hacerle daño. Se tumbó en su cama y el sueño le llegó de golpe. Cerró los ojos, pero jamás los volvió a abrir en este mundo. Su último pensamiento fue para el Buick 8 que se acababa de comprar su vecino. Aquel coche le daba miedo; y no sabía por qué.

Cuando despertó, se encontró con una de las pistolas de Rolando de Galaad a escasos centímetros de su cara.
—Por fin te he dado alcance, Walter —le dijo el pistolero—. ¿O quizá debería llamarte Randall Flagg?

Después de eso disparó.

1 comentario:

  1. Guau, todo el universo King en tan corto y contundente texto. Lástima de aquellos que no leyeron nada de lo que nombrás.
    Saludos.

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