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viernes, 26 de julio de 2013

Silvia en El Conventico (2)


     Silvia se despertó en el mismo instante en el que sus amigos comenzaron a subir las escaleras del primer piso a la buhardilla. Al abrir los ojos, la primera imagen que vio fue la de un horrible monstruo que se acercaba hacia ella encorvado y emitiendo unos horrendos sonidos guturales. Silvia se quedó aterrada, intentó ponerse en pie y huir pero un fuerte dolor en su cuerpo se lo impidió, los puntos que los monjes le habían dado se le habían abierto y había comenzado a sangrar. Como pudo, fue retrocediendo de aquel horrible ser. La puerta se abrió tras ella y Dani entró a rescatarla; cuando se acercó a ella, Köufar se lanzó contra él y lo derribó. Fernando entró poco después de Dani, y tras él Juan Cruz; con aquella mala iluminación apenas podían distinguir lo que allí dentro estaba sucediendo, lo único que veían era que su amigo Dani estaba en un lío. Tenían que liberar a Silvia y ayudar a Dani en su lucha contra aquella bestia, así decidieron dividir sus fuerzas y Juan Cruz se ocupó de sacar de allí a la chica y Fernando acudió en ayuda de Dani. Cuando Juan Cruz puso a Silvia a salvo (fuera de la buhardilla con Laura) volvió a ayudar a sus dos amigos.
     Cuando se internó de nuevo en la buhardilla vio a Dani en el suelo sangrando de una gran herida en el pecho. Fernando estaba cogido del cuello por Köufar y le empezaba a faltar el aire. Juan Cruz ayudó a Dani a ponerse en pie, cuando lo consiguió le indicó que saliera fuera con las dos chicas. A duras penas Dani hizo lo que le indicaba su amigo. Cuando Dani hubo abandonado la sala, Juan Cruz se lanzó contra el terrible ser que tenía preso a Fernando haciendo que lo soltara. Cuando Fernando cayó al suelo tosió varias veces y luego se puso en pie. Köufar se recuperó del golpe recibido por Juan Cruz y luego inició un ataque contra él pero Juan Cruz lo esquivó y la criatura se fue contra una de las paredes y chocó contra ella; Juan Cruz se acercó a Fernando y, como ya hiciera con Dani, le ayudó a levantarse y a salir de allí. Köufar intentó evitarlo, pero cuando se acercó a la puerta algunos rayos de luz le llegaron de fuera y se quedó cegado en el umbral de la puerta. ¿Pero de dónde venían esos rayos si en aquel lugar nunca salía el sol y la luz de las estrellas no podía llegar hasta allí? Pues venía de una pequeña fogata que había hecho Laura con el mechero de Dani para calentar a Silvia y a Dani porque se quejaban de que tenían mucho frío.
     Aprovechando la ceguera temporal del monstruo los cinco huyeron de allí. Cuando estaban bajando el segundo tramo de escaleras, del primer piso a la planta baja, notaron un calor tremendamente inusual en aquel lugar. Era como si una hoguera gigante hubiera sido encendida allí. Llegaron a la planta baja y miraron hacia el patio con el fin de encontrar a Roberto pero éste no se encontraba allí. El patio estaba lleno de monjes agrupados en torno a alguien tendido en el suelo. Cuando se dispersaron y tomaron la dirección del edificio principal los cinco amigos pudieron ver que la persona que estaba en el suelo era el Elegido que yacía sin vida con algo clavado en el pecho; era el cuchillo que tenía Roberto para matar a Laura. Un extraño resplandor salió de la cocina. Era fuego. Se había declarado un incendio en dicho lugar. Los monjes que se encaminaban al lugar del fuego comenzaron a chillar y huir dando vueltas sin sentido, como un rebaño de ovejas amenazadas por la presencia de un predador. Escucharon una voz, era la de Roberto que venía desde la cocina.
     – Huid mientras podáis– les indicó.
     Un ruido chirriante sonó en la puerta de entrada, a sus espaldas. El portón que no les había dejado salir de allí se abrió de par en par y pudieron salir de aquel demoníaco lugar. No pudieron hacer nada por Roberto, que murió calcinado en el incendio de la cocina al igual que el resto de los monjes. Los cinco amigos estaban tan rendidos que nada más salir se quedaron dormidos a las puertas de aquel lugar.

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