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jueves, 25 de abril de 2013

Regreso al apartamento (2 de 2)


CONTINUACIÓN
Salió de la habitación y regresó hasta la cocina. Los electrodomésticos que le habían llamado la atención por su color metalizado (los suyos eran blancos) tenían un panel de cristal líquido. Eric pulsó el panel de la vitrocerámica y en él salió una lista de carpetas con nombres como favoritos, últimos platos cocinados y dieta. Pulsó un icono en la esquina superior derecha con forma de X para salir de la aplicación. Se acercó al frigorífico y también pulsó el panel de control que había en el frontal. La primera opción que le mostró fue ¿ver interior? Sí. No. Pulsó y la puerta se volvió transparente y dejó ver el interior. La nevera estaba casi vacía; había leche, yogures, cerveza y un plato con sobras. Volvió a pulsar el panel y le apareció otro mensaje que ponía Lista de la compra. Crear nueva. Sugerir. Cancelar. Pulsó sugerir y el aparato le remendó diversos alimentos que faltaban en el frigorífico y dos nuevas opciones: Comprar. Cancelar. Pulsó Comprar y lo siguiente que apareció en aquella pantalla fue el mensaje Compra efectuada, en pocas horas recibirá el pedido en su domicilio.
Entonces le vino a la mente su familia. Tenía que llamarlos para decirles que estaba bien. No sabía cuánto tiempo había estado fuera, pero seguro que estaban preocupados y lo echaban de menos. Acudió hasta el salón en busca del teléfono. Llegó hasta la mesita, que también era de cristal y estaba flotando en el aire anclada al sofá. Puso la mano encima del cristal pero nada ocurrió. Repitió la operación en diversas ocasiones y el resultado fue el mismo. Entonces pulsó uno de los botones del brazo del sofá. La televisión se encendió; Eric pulsó otro botón con un símbolo de un teléfono y sobre la pantalla de plasma de cuarenta pulgadas apareció un menú donde elegir un listado de llamadas, la agenda o el teclado. Pulsó sobre la opción del teclado y marcó el número de teléfono de su madre. Al tercer tono respondió la voz de una mujer anciana. Era su madre. Seguro que la falta de noticias sobre él la había envejecido.
– Mamá…
¡POM!, ¡POM!, ¡POM!
Otra vez aquel ruido maldito. Eric dio un respingo porque se sobresaltó al escucharlo. Alguien estaba llamando a la puerta.
– ¿Quién es?, ¿quién es? Eric, ¿eres tú? ¿Qué clase de broma es ésta?– la anciana que estaba al otro lado de la línea telefónica hablaba sin obtener respuesta. Pasados unos segundos cortó la comunicación.
Pero a Eric ya no le interesaba aquella conversación.
¡POM! ¡POM! ¡POM!
Se acercó a la puerta y puso una mano sobre ella para tantearla, ya que no era la misma que él tenía. El panel de control que ya comenzaba a resultarle familiar apareció sobre la puerta. Abrir. Mirilla. Aquellas dos opciones hicieron que Eric se fijara en que la puerta no tenía manilla de apertura. Pulsó la opción mirilla. Al igual que en la nevera, la puerta se hizo transparente y Eric pudo ver el pasillo. Asombrado, acercó la mano hacia donde se encontraba la puerta hasta tocarla para asegurarse que seguía cerrada. Era como si fuera de cristal. Apareció un nuevo mensaje: Abrir. Cerrar mirilla. Pulsó abrir y la cerradura abandonó su posición para desbloquear la puerta. Abrió y observó el pasillo. Estaba vacío. Observó la puerta por la parte exterior y comprobó que era totalmente opaca; sin embargo, en el interior seguía mostrando lo que había al otro lado. Cerró la puerta y entró al baño. Quería ver con detalle los cambios que había en aquella estancia. Se había levantado tan desorientado que no se había percatado que era su baño ni se había fijado en los cambios.
Entró y lo primero que le llamó la atención era que el lavabo no tenía mandos para abrir el agua. Tocó el grifo y comenzó a manar agua; lo tocó otra vez y el chorro se cortó. El retrete era lo único que no había sufrido cambios a pesar de no ser el que él tenía. También le llamó la atención que no había bañera ni plato de ducha. Miró al techo y allí estaba la salida de agua para la ducha. Al mirar al suelo vio un agujero de desagüe. Sobre la pared del fondo había un panel que, al comprobarlo, vio que era para activar la ducha. Decidió no tocarlo; no quería acabar empapado.
¡POM!, ¡POM!, ¡POM!
Esta vez estaba seguro que venía del interior de la casa. Salió al recibidor y miró hacia la cocina y el salón. Nadie. Acudió a la habitación juvenil. Nadie. Finalmente entró en la que había sido su habitación. También estaba vacía.
¡POM!, ¡POM!, ¡POM!
Acudió inmediatamente al salón (que continuaba vacío)
¡RIIING!, ¡RIIING!
El teléfono sonó nuevamente. La voz femenina comenzó a decir quién era el llamante. Otra vez era aquel tal Jerzy. En la pantalla de la televisión tenía la opción de responder o rechazar la llamada. Con los mandos del sofá eligió responder.
¡POM!, ¡POM!, ¡POM!
– Ayuda, por favor– pidió Eric a la persona que se encontraba al otro lado del teléfono.
– Bienvenido de nuevo a casa, Eric. Ábreme la puerta.
¡POM!, ¡POM!, ¡POM!
Se acercó a la puerta y la tocó. Eligió la opción mirilla y la puerta perdió su opacidad de nuevo para que Eric viera el pasillo. Frente a la puerta había una silueta. Conocía a aquella persona. La había visto antes. Habían pasado algunos meses para él, pero ocho años (según indicaba el reloj de la mesita de noche) para el resto de su mundo. Aquella persona era la que había visto desde el otro lado del espejo antes de aparecer en la plaza de aquel pueblo. También lo había visto en el interior del cuadro de su habitación cuando cambió. En aquel momento estaba llamándole desde la cabina de teléfono que había en aquella plaza.
Abrió la puerta y se encontró con una persona que era Eric pero no era él mismo.
Alzó la mano para tocar a aquella persona. Cuando sus dedos tocaron la cara del desconocido (que era él mismo) sintió un leve cosquilleo que, un instante después, se le distribuyó por todo el cuerpo, para convertirse en una fuerte descarga eléctrica que le llevó a un estado de inconsciencia y paz que nunca había sentido. Sintió que flotaba. Los pies se le despegaron del suelo. La silueta que tenía frente a él también flotaba igual que Eric. Poco a poco, se fueron aproximando hasta que sus cuerpos se fusionaron en uno solo. Una vez que se unieron, Eric se desvaneció en miles de millones de moléculas con un ligero POP como una pompa de jabón.

2 comentarios:

  1. Mortal, ese final es espectacular, con esa fusión en el aire. No puedo imaginar cómo va a seguir la historia, y eso me gusta, porque suelo adivinar lo que sigue.
    Bravo!

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    1. Muchas gracias por todos tus comentarios y cumplidos. Respecto del comentario que me hiciste en la parte 1 de este relato, decirte que, cuando Eric se introduce en el espejo, viaja en el espacio tiempo y se convierte en protagonista de otra historia más larga de infectados por un virus y, tan misteriosamente como desaparece de su apartamento para aparecer en mitad de la plaza de un pueblo, regresa a su apartamento varios años después.

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