Palabras
que sangran, ojos que lloran y de repente… El vacío. La nada. El todo. El
infinito.
Busco
entre las sombras y no veo tu olor. Ese olor dulce como el de la hierba fresca
recién cortada. Para olvidarme de ti planto una casa, construyo un árbol y peino
mis sonrisas; esas sonrisas que nunca volverán a ser mías porque las he perdido
en la nada.
El
sol sale por el oeste y se esconde por el sur. Sabe bien cuales han sido tus
pasos y no quiere seguirlos, por miedo a perderse igual que tú. Dios intenta
morderme. El dolor es insoportable pero las cosquillas de las hormigas palian
mis sufrimientos.
Han
pasado los años y he conseguido escapar de las nubes que me susurraban tu
nombre cada amanecer y lo olvidaban al ponerse el sol. Aquel sol que no quiere
seguir tus pasos pero que a mí me los recuerda cada día.
Desde
la soledad de mi habitación, con una sola ventana enrejada que enfoca a la
ciudad veo dibujadas en los edificios todas las palabras que me dijiste antes
de tu marcha: “No sufras, que el tiempo
todo lo cura”.
El
tiempo todo lo cura. El tiempo, todo locura.
Muy bueno, poético microrerelato, Robe, con un gran pasaje final: «El tiempo todo lo cura. El tiempo, todo locura».
ResponderEliminarSaludos.