Narvik, 10 de Abril de 1940.
Apenas llevamos un día en estas
frías tierras y ya tengo ganas de irme. No sé que hago aquí en Noruega, con lo
necesaria que es mi presencia (y la de todos los demás) en el frente contra
Inglaterra. Noruega no es nuestro enemigo, al menos no del modo en que lo son
los ingleses.
Mi Alemania natal es fría, aunque no
tanto como estas inhóspitas tierras. Hemos entrado desde el mar hasta la
ciudad, ha sido una tarea fácil, ya que el ejército noruego no está preparado
para resistir una invasión del III Reich. En cuanto entramos en la ciudad
rindieron sus armas, y los que no, huyeron hacia los bosques cercanos.
Las tácticas empleadas por nuestro
glorioso ejército son infalibles. La
Fall Weiss[1] en
septiembre del año pasado fue coser y cantar. Las blitzkreig[2] facilitan nuestras victorias. Los rápidos
movimientos de los vehículos de guerra y el miedo que provocan en nuestros
enemigos son los mejores aliados que tenemos.
Ahora el capitán nos ha dicho que
tenemos que descansar. Mañana tenemos que continuar con la operación y acabar
con toda la resistencia que podamos encontrar en los bosques.
Narvik, 11 de Abril de 1940.
Tras la exitosa operación de ayer,
hoy nos vamos a adentrar en los bosques para seguir avanzando.
Hemos desfilado por las calles de
esta ciudad demostrando que nadie tiene posibilidad de oponerse a nuestro
potencial en esta operación Weserübung. La gente nos aclamaba y nos lanzaban
flores a nuestro paso, otros nos vitoreaban desde las ventanas y algunos niños
nos han ofrecido pan recién hecho y algo de comida.
Nos adentramos en el bosque y
caminamos durante horas. No había rastro de los huidos. Miramos tras cada árbol
y cada matorral, debajo de cada piedra y nuestros perros husmearon en cada
escondrijo, pero allí no había nadie.
Entonces lo vi y fue cuando lo
comprendí todo. Aquel animal era el más hermoso que había visto jamás. Era un
ciervo muy extraño, con el pelaje oscuro, y en él se dibujaban formas
imposibles de color blanco. Filigranas y espirales en su lomo, líneas curvas en
las patas. La cosa era de color blanco, cruzada por una línea oscura. Los
largos cuernos se confundían con las ramas de los árboles nevados, ya que parte
de ellos era blanca y descendía hasta la nariz. Sus ojos, de un azul como el
del cielo, estaban remarcados del mismo blanco que el resto de la piel.
M quedé allí mirándolo mientras mi
batallón avanzaba de modo inexorable por aquel bosque. No era capaz de moverme
para seguirlos; aquellos ojos me tenían hipnotizado. Avancé un paso hacia él y,
entonces, dejó de mirarme y huyó del lugar dando cuatro grandes saltos.
Bosques de Narvik
Llevo días buscando de nuevo aquel
ciervo maravilloso. No sé exactamente cuanto tiempo llevo aquí, ya que perdí la
cuenta hace mucho. La nieve ha desaparecido y los tiernos brotes de los árboles
han hecho su aparición.
He visto cientos de ciervos, pero
ninguno es el mío.
Tengo mucho hambre, he sobrevivido
a base de raíces y pequeños animales que he conseguido cazar.
Ha transcurrido mucho tiempo y
todavía no he conseguido mi objetivo. El verano pasado rápido y el otoño está
llegando a su fin. Las primeras grandes nevadas han hecho aparición y el suelo
está totalmente cubierto de nieve. Los días son muy fríos y las noches más aún.
No sé que ha sido de mis compañeros
ni con la conquista mundial que quería llevar a cabo el Führer. No he tenido otra cosa en la cabeza que el
ciervo desde el día en que lo vi. Sé que pronto daré con él.
¡Hoy lo he vuelto a ver! Sigue
siendo un animal fantástico, tanto como la otra vez. Aquellos ojos me volvieron
a hipnotizar. Me quedé sin moverme durante varios minutos y cuando por fin lo
hice, el ciervo de nuevo escapó con un par de saltos.
Ahora mismo lo estoy viendo.
Mientras continuaba escribiendo este pequeño diario, el animal se ha manifestado
ante mí. Ahora me está mirando con sus magníficos ojos. Sus orejas se han
movido en busca de algún ruido que lo ponga en peligro, me mira de nuevo…
Fragmento de un diario encontrado en manos de un soldado alemán
desaparecido el 11 de abril de 1940 en los bosques cercanos a la ciudad Noruega
de Narvik.
(Dibujo de Inés García Gómez)
Robe, acabo de leer un texto maravilloso. El final tiene un halo de misterio increible. Sin giros ni sorpresas, me enganchaste muchísimo.
ResponderEliminarSaludos.