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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Rodrigo (3 de 4)


Rodrigo abrió los ojos y se encontró con una persona, que no podía etiquetar como hombre o mujer. Se encontraba de pie junto a una piscina que no tenía bordillos. Se asemejaba a un cráter lleno de agua.
– Ven a bañarte conmigo– le decía el ser que se encontraba frente a él a la vez que caminaba internándose poco a poco en el agua de aquella piscina. Parecía que estaba metiéndose en el mar.
Él no quería bañarse en aquella piscina. El agua estaba negra. Parecía brea pero totalmente líquida y con una densidad similar a la del agua.
– Ven conmigo– repitió el ser–. Está estupenda.
Avanzó unos pasos hasta que el agua le tocó los pies. Aquella cosa tenía razón: el agua estaba estupenda. Estaba caliente y le reconfortaba. Sentía una sensación de paz que jamás había sentido. Una pequeña parte de él quería seguir metiéndose en la piscina y relajarse por completo. Sin embargo, otra parte más grande y fuerte estaba asustada. Aquel agua negra le daba miedo y no quería meterse en ella. Sabía que si daba otro paso más no saldría nunca de allí. No sabía si aquello era lo que en las películas identificaban como un túnel muy largo que al final hay una luz y una voz llamándote para que llegues al mundo de los muertos. Pero él no quería estar muerto. Él quería vivir.
– Ven conmigo. Este al lugar al que perteneces ahora.
– No, no quiero ir.
– Sí. Tienes que venir conmigo. Adelante, báñate.
– No. No quiero ir. No quiero ir. ¡No...

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