Había una vez una pequeña niña que se hallaba en un
parque llorando. De pronto, y sin que ella lo hubiera visto venir apareció a su
lado un payaso. Pero no era un payaso como los demás; su ropa no era de
colores, ni su cara estaba pintada con una gran boca roja. Su ropa era un
pantalón negro, una camiseta gris con parches negros o blancos y su cara estaba
pintada de blanco, con una boca triste en negro y una lagrima negra que rodaba
por su mejilla.
Estuvo unos minutos con la niña, al cabo de los cuales ella se fue
sonriendo. La madre de la niña que lo había visto se acercó al payaso y le
preguntó:
– ¿Qué le ha dicho usted a mi hija para que dejara de llorar y se haya
ido riendo?
– Ella me ha contado que estaba llorando porque se había peleado con su
hermano, sabía que había sido culpa suya y él le dijo que no quería ser su
hermano más; entonces ella se puso triste y empezó a llorar.
– Sí, eso es verdad, sucedió hace unos minutos– afirmó la madre.
– Pues yo le dije que su hermano no lo decía de corazón. Que lo dijo
porque estaba enfadado. Que si iba a pedirle perdón sinceramente él la
perdonaría. Luego le dije que tenía que ir con la sonrisa más grande que
tuviera, para que su hermano viera que ella era feliz siendo su hermana.
– ¿Cómo es posible que usted pueda decirle a una niña pequeña que muestre
la sonrisa más grande que tuviese si lleva una lágrima negra y una cara de
tristeza que asombraría a cualquiera?
– Al ver a su hija pensé: puedo ir hacer que deje de llorar y
solucione su problema que no será muy grande o puedo ir, contarle mis problemas
que son mucho mayores, hundirla y llorar los dos juntos. Evidentemente me
decidí por la primera.
– ¿Y cuáles son sus problemas? Igual puedo ayudarle.
– Mi mujer esta muriéndose de cáncer y mi hijo murió ayer en un
accidente.
– ¿Y de dónde saca las fuerzas para hacer eso?
– De sonrisas como la de su hija.
Entonces la mujer comprendió que aquel hombre, aunque fuera el más
desgraciado del mundo, no quería que otras personas sufrieran.
Qué bajonazo de relato y qué buen mensaje que dejás, Robe. Muy sentido tu escrito. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno, Robe. Dramático giro el del final, sorprende para bien.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
¡Saludos!