– …quiero ir!– gritó tras la cánula que le habían colocado para que
pudiera respirar. Aunque lo que realmente se escuchó fue ngo qjuero irj.
– ¡Se ha despertado!– anunció el médico al conductor de la ambulancia.
Posteriormente, dirigiéndose a Rodrigo, le comunicó lo sucedido–. Tranquilo.
Está usted en una ambulancia. Ha sufrido un ataque y ha perdido mucha sangre
pero está fuera de peligro. Ahora vamos camino del hospital. No intente hablar
porque está usted intubado. Voy a ponerle un sedante para que se relaje y no
note el dolor. Sólo tiene que guardar reposo y en unos días estará usted como
nuevo.
El médico le inyecto una dosis de tiopental sódico que hizo que Rodrigo
se sumiera en un sueño profundo.
Las heridas que había sufrido no eran tan graves
como habían parecido en un primer momento. Había sufrido un corte en la
garganta pero no había llegado a seccionar por completo ninguna de las venas o
arterias principales. Lo trasladaban al hospital donde sería intervenido para
reparar los daños sufridos y luego lo mantendrían en observación hasta que
pudieran darle el alta sin ningún peligro para su vida.
Muy bueno, Robe.
ResponderEliminarLo leí todo de un tirón, y me dejé llevar por la trama, a ver hacia dónde nos conducías. Me gustó mucho todas esas vivencias oníricas, descripciones que permiten al lector «viajar» junto al protagonista por mundos inesperados.
¡Saludos!
La visión de Rodrigo al enfrentarse a la muerte sí que fue sumamente interesante, Robe. Me mantuviste intrigado durante las cuatro entregas. Tenés muchas ideas muy ingeniosas.
ResponderEliminarte felicito.
Saludos.