Silvia se despertó en el mismo instante en el que
sus amigos comenzaron a subir las escaleras del primer piso a la buhardilla. Al
abrir los ojos, la primera imagen que vio fue la de un horrible monstruo que se
acercaba hacia ella encorvado y emitiendo unos horrendos sonidos guturales.
Silvia se quedó aterrada, intentó ponerse en pie y huir pero un fuerte dolor en
su cuerpo se lo impidió, los puntos que los monjes le habían dado se le habían
abierto y había comenzado a sangrar. Como pudo, fue retrocediendo de aquel
horrible ser. La puerta se abrió tras ella y Dani entró a rescatarla; cuando se
acercó a ella, Köufar se lanzó contra él y lo derribó. Fernando entró
poco después de Dani, y tras él Juan Cruz; con aquella mala iluminación apenas
podían distinguir lo que allí dentro estaba sucediendo, lo único que veían era
que su amigo Dani estaba en un lío. Tenían que liberar a Silvia y ayudar a Dani
en su lucha contra aquella bestia, así decidieron dividir sus fuerzas y Juan
Cruz se ocupó de sacar de allí a la chica y Fernando acudió en ayuda de Dani.
Cuando Juan Cruz puso a Silvia a salvo (fuera de la buhardilla con Laura)
volvió a ayudar a sus dos amigos.
Cuando se internó de nuevo en la buhardilla vio a
Dani en el suelo sangrando de una gran herida en el pecho. Fernando estaba
cogido del cuello por Köufar y le empezaba a faltar el aire. Juan Cruz
ayudó a Dani a ponerse en pie, cuando lo consiguió le indicó que saliera fuera
con las dos chicas. A duras penas Dani hizo lo que le indicaba su amigo. Cuando
Dani hubo abandonado la sala, Juan Cruz se lanzó contra el terrible ser que
tenía preso a Fernando haciendo que lo soltara. Cuando Fernando cayó al suelo
tosió varias veces y luego se puso en pie. Köufar se recuperó del golpe
recibido por Juan Cruz y luego inició un ataque contra él pero Juan Cruz lo
esquivó y la criatura se fue contra una de las paredes y chocó contra ella;
Juan Cruz se acercó a Fernando y, como ya hiciera con Dani, le ayudó a
levantarse y a salir de allí. Köufar intentó evitarlo, pero cuando se
acercó a la puerta algunos rayos de luz le llegaron de fuera y se quedó cegado
en el umbral de la puerta. ¿Pero de dónde venían esos rayos si en aquel lugar
nunca salía el sol y la luz de las estrellas no podía llegar hasta allí? Pues
venía de una pequeña fogata que había hecho Laura con el mechero de Dani para
calentar a Silvia y a Dani porque se quejaban de que tenían mucho frío.
Aprovechando la ceguera temporal del monstruo los
cinco huyeron de allí. Cuando estaban bajando el segundo tramo de escaleras,
del primer piso a la planta baja, notaron un calor tremendamente inusual en
aquel lugar. Era como si una hoguera gigante hubiera sido encendida allí.
Llegaron a la planta baja y miraron hacia el patio con el fin de encontrar a
Roberto pero éste no se encontraba allí. El patio estaba lleno de monjes
agrupados en torno a alguien tendido en el suelo. Cuando se dispersaron y
tomaron la dirección del edificio principal los cinco amigos pudieron ver que
la persona que estaba en el suelo era el Elegido que yacía sin vida
con algo clavado en el pecho; era el cuchillo que tenía Roberto para matar a
Laura. Un extraño resplandor salió de la cocina. Era fuego. Se había declarado
un incendio en dicho lugar. Los monjes que se encaminaban al lugar del fuego
comenzaron a chillar y huir dando vueltas sin sentido, como un rebaño de ovejas
amenazadas por la presencia de un predador. Escucharon una voz, era la de
Roberto que venía desde la cocina.
– Huid mientras podáis– les indicó.
Un ruido chirriante sonó en la puerta de entrada, a sus espaldas. El
portón que no les había dejado salir de allí se abrió de par en par y pudieron
salir de aquel demoníaco lugar. No pudieron hacer nada por Roberto, que murió
calcinado en el incendio de la cocina al igual que el resto de los monjes. Los
cinco amigos estaban tan rendidos que nada más salir se quedaron dormidos a las
puertas de aquel lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario